El tren transcultural del jueves empieza en casa. Me levanto y mi compi de aventuras ya está por ahí explorando nuevos rincones de la isla. No se cómo lo hace. Ayer llegamos tarde, pero bueno, eso no es ninguna novedad. Las vecinas están preparando en su porche revirado por mi culpa el asalto a los escenarios de la tarde. El día está complicado.
- Yo tengo claro que mi objetivo de hoy son los Judas.
- Ahhhh, pues yo no me los pierdo y estas igual no vienen!
- Pues yo voy sí o sí así que ya tienes mínimo un compi pero seguro que los convencemos. Hablamos luego.
- OK.

La primera parada del tren es en territorio de la Motown donde Ben L'Oncle Soul nos lleva por ese Detroit de los 50 donde la música negra hizo saltar por los aires barreras forjadas a fuego lento.
La sección heavy está representada por Helloween y Judas Priest en el Rock Metal Stage. Ahí es nada! Entre medias un poquito de Crystal Castles en el A38-WAN2 (imprescindible parada de nuestro tren). Nos dividimos y algunos llegamos tarde a los Chemical Brothers pero es que ese Painkiller en directo hoy era mucho más necesario que el Hey Boy Hey Girl así que no nos arrepentimos. Y seguimos la ruta.

Así llegamos al vagón restaurante que se encuentra hoy en la Hungaricum Village. Una de salchichas, puré de patata y VBK para reponernos de la jornada. De fondo suena una música familiar en la carpa dedicada a las danzas tradicionales húngaras. Por una rendija vemos a la gente bailar al ritmo de los violines, el contrabajo y el címbalo (instrumento asociado normalmente a la música gitana del este de Europa,  parecido a un piano en que el tipo percute las cuerdas directamente con sus manos) y sabemos que esa es nuestra próxima parada.

Danzando húngaro
Al llegar nos encontramos a la banda y a un maestro de ceremonias muy especial, con bigotón de forzudo de circo y un micro a lo Madonna , que nos va señalando el siguiente movimiento en la frenética danza. Como si de un domador se tratara, en medio del tumulto consigue que todo el mundo baile al son durante lo que nos parecen horas de interminables melodías. En la danza casi chamánica nos dejamos llevar por el ritmo, por el grupo, por el domador, por el trance y formamos figuras, filas, círculos, la gente sale por una puerta de la carpa y entra al instante por la puerta de enfrente...y la música no para. Cuando lo hace, todos despertamos, aplaudimos, nos miramos, sonreímos.

Salimos hacia el Party Arena para ver a 2Many Djs. El vagón de la electrónica nos retiene un rato, el show es espectacular pero hace calor, y cuando salimos a respirar algo llama nuestra atención. Pasado el Hungaricum Village, entre el Party Arena y el World Music Stage se encuentra una pequeña carpa que atrae de manera irresistible a la salida del Party. Entrar en la Roma Tent es entrar en un mundo distinto. Mejor dicho, es entrar en muchos mundos distintos. Nunca sabes en qué país vas a estar cuando entras y a qué país vas a viajar en la siguiente canción. DJ Scratchy mira pensativo su maleta de cds y decide llevarnos a conocer Damasco. Nos suelta cerca del Zoco, vemos jardines de rosas y fuentes en el patio de una casona, encontramos mercaderes, bailarinas, divisamos a un joven saltando de tejado en tejado con un mono en el hombro, huele a especias y naranjos. Se oye el sonido del mizmar  y de la percusión. De repente una mano sale de un comercio y ataca directamente a mi cerveza.
DJ Scratchy a los cds
- Hombre vecinas! Qué hacéis por Damasco?
- Pues no lo se, aparecimos aquí siguiendo la música que atraía hacia la carpa.
- Claro que sí, aquí es donde hay que estar.


De repente la escena cambia, estamos en Kiev en casa de Eugene Hütz. Alguien toca el violín como si fuera su único cometido en el mundo, hay gente alrededor de una mesa y una botella de vodka que va de acá para allá, al ritmo de las palmas y los golpes con los pies en el suelo, algunos bailan encima de las sillas...

Ahora estamos en el Cobbelstone's de Dublín, un lunes por la noche. Afuera, la ciudad duerme en silencio pero en escena están Shane McGowan y sus Pogues poniendo el pub patas arriba.

Cumbia catalana en una masía perdida en la Garriga de los Dusminguets, una guitarra country y percusión en la barra de un saloon de Lone Pine (California), el set de rodaje de Underground con Emir Kusturica y Goran Bregovic...cualquier sitio es posible.

Y a pesar de las variadas e inverosímiles procedencias de las distintas músicas, es increíble que todas suenen con una misma raíz, en una misma onda, que toca un resorte en los pies, los brazos y el espíritu de los habitantes de la carpa. Es el Rock and Roll del mundo que este DJ inglés lleva recopilando y devolviendo al mundo desde los 70s. Él se tiene que ir, nos emplaza a la continuación de la sesión que será mañana con DJ Tagada desde Francia. Ha sido un placer tío, nosotros tenemos que seguir también porque el tren no se detiene y la noche acaba de empezar...

kboy

                                Rock and Roll of the world by DJ Scratchy


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