La tensión sube por momentos. Hace una hora que esperamos a Prince y unas nubes negras amenazan la isla de Obuda. Los rezagados intentan abrirse paso hacia la escena pese a las quejas cada vez mas agresivas. No esta el horno para bollos. Los técnicos recorren el escenario con calma, engrasando la maquinaria, revisando cada detalle, colocando y comprobando cada instrumento, dejando partituras en lugares estratégicos, despejando los cables de los lugares peligrosos.

Entonces salen los componentes de la banda, nos lanzan unas camisetas para hacerse perdonar la espera y se colocan en sus puestos. Bateria y bajo se entregan a la apertura... esto promete ser funk. Estallamos en un bramido colosal, el genio sale a escena. Nos saluda, seguro de si mismo, y nos ataca ordenando cada acorde como si se tratara del captitán de un enorme submarino funk amarillo. El contacto es inmediato. Nada lo detiene. Se aventura en el pasillo para pedirnos que gritemos, que cantemos con él, arriba las manos, abajo las cámaras.

 I love the funk music ! Y desde el funk, sin transición pasamos al soul, al rock, a la música disco ochentera... y nos es más que el repaso de sus temas « menores ». Que quiere decir ese símbolo?, bromea al ver las pantallas, No me suena para nada. La pausa llega tras algo más de una hora de concierto y ya estamos satisfechos.

Un par de bises se imponen, así que llamamos a Prince y Prince acude... se sienta al piano, y encadena unas estrofas de sus clásicos. Os gusta? Podemos pasar asi toda la noche: sabéis cuantos hits tengo?

Y es entonces cuando comienza el verdadero concierto y vemos todas sus facetas: Prince poderoso, Prince poético, Prince provocador, guitarrista intachable, vocalista virtuoso, refinado director de orquesta que conoce de memoria hasta la última nota de cada canción porque es él mismo quién las ha creado, porque él mismo las ha tocado un millar de veces, instrumento por instrumento.

Se pasea de un lado a otro sin dejar que decaiga nuestra atención, metiéndonos en cada cosa que hace,  dejando caer un golpe de caja por aquí, un rasgueo de guitarra por allá, un delirio en el teclado al pasar sin ni siquiera sentarse: ni un solo acorde sobra en este huracán de música. Nos derrama una 'Purple Rain' que nos pilla por sorpresa, y sin embargo la reconocemos al instante. El público y el artista son ya la misma esencia y no hace falta que nos pida que le acompañemos. Estamos exaltados.

Nos lleva de vuelta a 1986 con If I was your girlfriend justo después de un Kiss inolvidable. Las pantallas dan la imagen de una espectadora rompiendo en sollozos, porque tras habernos suplicado con Take me with you  y habernos cubierto de Gold, toda la agresividad y la provocación han desaparecido de golpe para declarar un fenomenal Nothing compares 2 U.

Tras dos horas y media de concierto y haber salido tres veces a escena al reclamo del público, Prince se despide dando las gracias a Hungria y subiendo a escena a unos alucinados espectadores de primera fila, que podrán contar toda su vida que bailaron junto a uno de los mayores genios de la música de todos los tiempos.

Dr. J
Gracias por compartir:

Comenta por favor!

1 comentarios hasta ahora. Añade el tuyo